Decrecimiento II: comprensión del movimiento

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Aquí os traigo la segunda parte sobre el decrecimiento, donde se explica en qué consiste este movimiento y su estado actual. La primera la podéis encontrar aquí.

 

Una palabra polémica

Un tema polémico en el decrecimiento es precisamente el empleo de este término, que aún sigue generando debate. El primero en utilizarlo fue el filósofo y ecologista André Gorz en 1972, en un artículo del Nouvel Observateur en relación al informe Meadows. En 1973, el también filósofo André Amar, lo utiliza en un artículo sobre la moral y el crecimiento en la sociedad occidental, publicado en un monográfico sobre los objetores de crecimiento de la revista francesa Les Cahiers de la Nef. Posteriormente, fue utilizada en el título de un libro de Georgescu-Roegen (al menos en su traducción francesa, Demain la décroissance. Entropie, écologie, économie).

En cualquier caso, la palabra fue adoptada por este movimiento por su contundencia y claridad para señalar su oposición a la ideología dominante del crecimiento económico. Hay que entender que esta palabra no es más que un eslogan, una provocación. En palabras de Paul Aries, es una “palabra-obús” que busca pulverizar el reduccionismo económico dominante. Sin embargo, hay que reconocer que ha generado mucha confusión, precisamente porque transmite la equivocada idea de que el decrecimiento es simplemente una inversión del sentido del proceso económico hacia valores negativos, es decir, un “crecimiento” negativo. En esta confusión caen habitualmente estos articulistas poco amantes del estudio y habituales del análisis superficial de los fenómenos. También hay que reconocer que en el seno del movimiento se ha intentado reemplazar este término por otros, como el decrecimiento sostenible, decrecimiento feliz… en fin, una controversia a la que personalmente no doy importancia mientras se tenga claro de qué se está hablando.

decrecimiento - codigo barras

Estado actual del decrecimiento, características y niveles de actuación

Como podemos ver, el decrecimiento no es una teoría ni una ideología, como erróneamente se dice con frecuencia. Es una corriente de pensamiento naciente que desea acabar con el mito del crecimiento económico, y que tiene implicaciones filosóficas, sociales, políticas y económicas. En ella, se pueden observar incluso interpretaciones o tendencias diferentes. Al ser un movimiento joven, es más fácil definirlo por oposición que dando una definición positiva, ya que no hablamos de un sistema de ideas elaborado, sólidamente construido y terminado. Sin embargo, podemos incluir en esta definición una serie de ideas claras que dan cohesión al movimiento, a saber:

– es un movimiento profundamente ecologista, que tiene clara la necesidad imperativa de integrar en el proceso económico la finitud de la biosfera. Mientras el sistema económico actual pretende adaptar el planeta y la humanidad a la voluntad del productivismo, el decrecimiento desea adaptar nuestro modo de vida a los límites de la biosfera,

– se opone al desarrollo sostenible, considerado como una integración perniciosa de la crítica ecológica en el capitalismo,

– se opone al productivismo, ya sea de origen capitalista o socialista, al reduccionismo económico dominante y a la mercantilización de todos los ámbitos de la vida humana,

– tiene carácter autogestionario, como vimos en la primera parte. Es consciente de la fuerza del individuo y de su responsabilidad en el desarrollo de una economía local mucho más respetuosa con el medioambiente,

– rechaza el patrón de necesidades impuesto por la sociedad de consumo mediante la publicidad,

– hace una critica filosófica a la falta de auto-limitación de la sociedad occidental actual,

– se opone al capitalismo por su incapacidad de garantizar un reparto justo de los recursos del planeta y su gran capacidad destructora del medioambiente. Aquí me parece importante señalar que no se trata de una crítica marxista del capitalismo que cuestione la propiedad de los medios de producción o el trabajo asalariado,

– en contra de la opinión de gente mal informada o deshonesta, el decrecimiento no es absoluto maltusiano, muy al contrario, piensa que este planeta tiene recursos suficientes para toda la humanidad y aún más, señalando que el problema de la escasez se debe a la acumulación y el desperdicio obsceno de la riqueza por parte de una minoría, cuyo modo de vida no puede ser generalizable (ni deseable, ya que a partir de un determinado nivel de vida se produce un desacoplamiento entre este y la calidad de vida).

Seguro que me olvido de alguna característica, pero me parece que estos son los elementos más importantes. Podríamos decir, por lo tanto, que el decrecimiento es un movimiento que persigue realizar una transición a un sistema socio-económico que integre los limites físicos del planeta y adapte nuestro modo de vida a la capacidad de carga de la biosfera.

En cuanto a sus niveles de actuación en la práctica, podemos distinguir tres:

un nivel individual llamado frecuentemente simplicidad o frugalidad voluntaria, que no es más que una forma de estar en el mundo consciente de nuestra huella ecológica y del impacto ambiental de nuestras acciones, poniendo por encima de la adquisición de bienes y servicios materiales, muchas veces innecesarios, las relaciones humanas, que son las que más contribuyen a nuestra felicidad,

– un nivel colectivo tenemos las llamadas experiencias colectivas de transición, experiencias de auto-gestión energética, constructiva, agrícola, monetaria, etc. que se llevan a cabo especialmente en el ámbito rural,

– un nivel político, la acción política directa mediante el activismo, el asociacionismo, la creación de partidos del decrecimiento o la influencia en los partidos tradicionales introduciendo estas ideas en el debate interno.

Estos niveles de actuación se integrarían para dar cohesión al movimiento y, poco a poco, construir un proyecto común sólido y realizable.

Como hemos visto, el decrecimiento nació en Francia, pero actualmente se extiende con rapidez, especialmente en los países mediterráneos de Europa. En Francia hace tiempo que se ha introducido, para bien y para mal, en el debate político. Se han dado algunas divisiones entre sus principales portavoces, pero hay un frente común de lucha y crecen por doquier las experiencias colectivas de los objetores del crecimiento. Incluso hay una revista mensual de tirada nacional, La Décroissance, que ha llegado a imprimir hasta 40.000 ejemplares. El segundo país en importancia es Italia, donde precisamente este lunes 16 de junio habrá unas jornadas sobre el tema, nada menos que en el parlamento, que contará con la asistencia de diputados del país. En España empezamos a oír hablar de este movimiento, aunque creo que estamos en una etapa inicial de bastante confusión. Pero sin duda la organización llegará poco a poco y el movimiento cobrará importancia, también en gran medida por la necesidad de solidaridad y organización en la sociedad civil que la crisis impone. En muchos países latinoamericanos se están interesando por este movimiento, en gran medida por la influencia cultural indígena, que es absolutamente consciente de la importancia de la dependencia del hombre de la madre naturaleza. Aunque su importancia en los países anglosajones es menor, se conoce el movimiento, que ellos denominan degrowth, e inspira numerosas experiencias de transición en Canadá, EEUU o el Reino Unido.

Si queréis saber más sobre el decrecimiento podéis ir a la página del documental que estoy realizando sobre él. En ella encontrareis entrevistas a sus principales portavoces, así como a otros especialistas que opinan sobre él y en general sobre la crisis económica y energética que sufrimos.

Publicado el 18 junio, 2014 en Decrecimiento y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Me alegra mucho que afirmes que el decrecimiento no es maltusiano, pero me temo que muchos defensores del mismo no se deben de haber enterado porque si defienden el control de la población como clave para proteger el planeta. El mismo Carlos Taibo (a quien valoro mucho y considero de los mas acertados decrecentistas) en una charla en Burgos dijo que es verdad que la huella ecológica es debida a los enriquecidos pero que aún así había que controlar la natalidad en los paises pobres.

    • Carlos Taibo (y casi todo el mundo, sin tener nada que ver necesariamente con el decrecimiento) defiende los planes de planificación de natalidad como forma de controlar la demografía, lo que nada tiene que ver con el maltusianismo! Fomentar o no incentivar la natalidad en función de las necesidades y la demografía de cada país me parece lógico y normal, ya te digo que esto no es control demográfico en el sentido maltusiano,por favor, ojo con confundir esto. Un saludo.

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